AYUDANTES DEL VIEJITO PASCUERO
Gisel (13), Paz (4), Mariana (6) y yo.
Las niñitas junto a su padre.
Hoy tuvimos una experiencia única: fuimos ayudantes del Viejito Pascuero, al llevar alegría, sorpresa y felicidad a tres niñitas: Paz de 4 años, Macarena de 6 y Gisel de 13 años. Ésta última escribió en nombre de sus dos hermanitas, esta carta al Viejito Pacuero, la que depositó en correos de Chile.
En nuestra oficina, decidimos unirnos y hacer realidad la fantasía y sueños de estas pequeñas y de paso cumplir con el espíritu navideño que universalmente consiste en dar y recibir amor.
Antes de seleccionar esta carta, leímos muchas, de verdad era difícil elegir, ya sea porque los pedidos eran demasiado onerosos para nosotros, o porque cuando la seleccionábamos, ya había sido escogida por ¡otro ayudante del Viejito! De modo que, finalmente, hicimos una elección rápida dentro de un grupo de preseleccionados.
Natalia, Paulina y yo, fuimos las elegidas para llevar a cabo esta especial tarea.
Hoy alrededor de las 10:00 hrs., iniciamos nuestro viaje. Decidimos ir a un supermercado y hacer ahí todas las compras de una vez. Como teníamos un presupuesto mayor al costo estimado de los regalos solicitados por las niñitas, decidimos agregar una caja de mercaderías con una cena de navidad, algunas bebidas y - a sugerencia de Loreto- libros para la familia. Éstos últimos fueron un aporte de Francisca y Paulina.
Al llegar al supermercado, nos encontramos con ¡cientos y cientos de personas! Nos dimos cuenta de inmediato, que podríamos estar ahí horas... Entonces, nos organizamos: Una buscaría los coches de paseo con las muñecas, la otra la caja de mercaderías y la tercera, el alisador de pelo. Luego, con los teléfonos celulares nos ubicaríamos para ir a una de las cajas. Hasta aquí todo bien; nos reunimos, para compartir el resultado de la tarea de cada una y nos pusimos en la fila de una de las cajas. Cabe señalar que éstas eran muy, pero muy largas.
Encontramos casi todo lo necesario... excepto los ¡cochecitos para las muñecas! Ahí comenzó nuestro drama. En tanto yo me quedé en la fila del supermercado, mis amigas fueron a la feria navideña que había en la calle; al Easy que estaba en otro nivel del mismo edificio... nada. Parece que demasiadas niñitas habían pedido cochecitos o simplemente, no fueron considerados por los fabricantes.
Mientras todo eso pasaba, yo seguía en la fila , que pácticamente no se movía, ... pronto la señora que estaba delante de mi comenzó a hablarme, lo mismo hizo el abuelito que estaba a continuación. todos comentando con resignación, la gran cantidad de gente dentro de ese local y lo difícil que era avanzar.
Salimos del supermercado por Gran Avenida hacia el sur, buscando otro lugar donde encontrar los cochecitos. Entramos a otro supermercado... ¡nada de cochecitos!; a una de las grandes tiendas... ¡nada! Ya comenzábamos a preocuparnos y también a sentir el calor cada vez más intenso, pero seguimos avanzando hacia el sur. Por fin en una pequeña tienda de barrio encontramos los ansiados juguetes. Primera parte de la tarea: cumplida.
Ahora debíamos encontrar el domicilio de las niñitas, en la comuna de San Ramón. Previamente, Natalia se había ocupado de buscar la ubicación en el plano de Stgo., de modo que teníamos más o menos claro hacia dónde dirigirnos: sector Américo Vespucio Sur con Santa Rosa. No tuvimos dificultades para encontrar la calle, Santa Rita de Asís. Comenzamos a buscar el número... avanzábamos lentamente en el vehículo. Era una estrecha calle de un pasaje, muy limpio, con casas pareadas, pequeñas y multicolores. Al llegar a la primera esquina encontramos el número que necesitábamos. Mientras avanzábamos vimos a un hombre joven, con una pequeña vestida con uniforme escolar, que venía con una muñequita en la mano.
La reja de la casa estaba cerrada con candado, de modo que gritamos nuestro característico ¿¿¿¿¿¿Aló?????? Apareció una mujer joven, a quien preguntamos si era la mamá de Gisel... nos miró desconfiada y seria. - No- respondió, soy la tía- Comenzamos a explicar el motivo de nuestra visita, cuando llegó el hombre joven con la niñita que habíamos adelantado metros antes. La mujer nos indicó: él es el padre de Gisel.
Entonces, mirando a la pequeña le dijimos ¿tú eres Paz, verdad? La niña asintió mirándonos muy extrañada. Dirigiéndonos a ambos- nos presentamos como ayudantes del Viejito Pascuero. Él - agregamos- recibió una carta que escribió Gisel y nos encomendó traerles algunos regalos.
-¿Podemos saludar a las otras dos niñitas?- preguntamos.
Ahí supimos que la familia habita como allegados en la parte de atrás de la pequeña casa de la tía. Ella gentilmente, ofreció que nos recibieran adelante para no entrar al lugar donde vive la familia, por ser demasiado pequeño.
En ese momento llegaron Gisel y Mariana. previa consulta al padre, las saludamos y les entregamos sus regalos, diciéndoles que debían dejarlos hasta mañana por la noche para abrirlos en familia.
De verdad, las niñitas estaban felices, la más pequeña nos miraba con sus ojos muy grandes, muy sorprendida... ¡encantada!, parecía que no podía creer lo que estaba pasando.
En tanto el padre, muy emocionado, prácticamente no podía hablar. Nos miraba sonriendo y sólo decía gracias, gracias...
Las niñas tampoco hablaban sólo nos miraban sonrientes y escuchaban atentamente el mensaje del que éramos portadoras: les deseamos feliz navidad, les dijimos que el Viejito Pascuero estaba muy ocupado con las miles de cartas recibidas y que por eso trabajaba con ayudantes, como nosotras.
También les explicamos claramente que estas ayudantes del Viejito Pascuero, veníamos del Ministerio de Educación y que les deseábamos una feliz navidad, en representación de nuestros compañeros de trabajo. Segunda parte de la tarea: cumplida.
Nos retiramos emocionadas, con alegría y con la satisfacción de haber cumplido una tarea que nos auto impusimos, la que significó llevar una sorpresa, alegría, amor y hacer realidad los sueños y esperanzas de tres niñitas: Paz, Macarena y Gisel.
¡Felices fiestas para todos!
Adjunto el testimonio gráfico de este relato, con las diculpas del caso. Nuestra fotógrafa estaba demasiado emocionada... de ahí la falta de nitidez en las imágenes.
Las niñitas junto a su padre.
Hoy tuvimos una experiencia única: fuimos ayudantes del Viejito Pascuero, al llevar alegría, sorpresa y felicidad a tres niñitas: Paz de 4 años, Macarena de 6 y Gisel de 13 años. Ésta última escribió en nombre de sus dos hermanitas, esta carta al Viejito Pacuero, la que depositó en correos de Chile.
En nuestra oficina, decidimos unirnos y hacer realidad la fantasía y sueños de estas pequeñas y de paso cumplir con el espíritu navideño que universalmente consiste en dar y recibir amor.
Antes de seleccionar esta carta, leímos muchas, de verdad era difícil elegir, ya sea porque los pedidos eran demasiado onerosos para nosotros, o porque cuando la seleccionábamos, ya había sido escogida por ¡otro ayudante del Viejito! De modo que, finalmente, hicimos una elección rápida dentro de un grupo de preseleccionados.
Natalia, Paulina y yo, fuimos las elegidas para llevar a cabo esta especial tarea.
Hoy alrededor de las 10:00 hrs., iniciamos nuestro viaje. Decidimos ir a un supermercado y hacer ahí todas las compras de una vez. Como teníamos un presupuesto mayor al costo estimado de los regalos solicitados por las niñitas, decidimos agregar una caja de mercaderías con una cena de navidad, algunas bebidas y - a sugerencia de Loreto- libros para la familia. Éstos últimos fueron un aporte de Francisca y Paulina.
Al llegar al supermercado, nos encontramos con ¡cientos y cientos de personas! Nos dimos cuenta de inmediato, que podríamos estar ahí horas... Entonces, nos organizamos: Una buscaría los coches de paseo con las muñecas, la otra la caja de mercaderías y la tercera, el alisador de pelo. Luego, con los teléfonos celulares nos ubicaríamos para ir a una de las cajas. Hasta aquí todo bien; nos reunimos, para compartir el resultado de la tarea de cada una y nos pusimos en la fila de una de las cajas. Cabe señalar que éstas eran muy, pero muy largas.
Encontramos casi todo lo necesario... excepto los ¡cochecitos para las muñecas! Ahí comenzó nuestro drama. En tanto yo me quedé en la fila del supermercado, mis amigas fueron a la feria navideña que había en la calle; al Easy que estaba en otro nivel del mismo edificio... nada. Parece que demasiadas niñitas habían pedido cochecitos o simplemente, no fueron considerados por los fabricantes.
Mientras todo eso pasaba, yo seguía en la fila , que pácticamente no se movía, ... pronto la señora que estaba delante de mi comenzó a hablarme, lo mismo hizo el abuelito que estaba a continuación. todos comentando con resignación, la gran cantidad de gente dentro de ese local y lo difícil que era avanzar.
Salimos del supermercado por Gran Avenida hacia el sur, buscando otro lugar donde encontrar los cochecitos. Entramos a otro supermercado... ¡nada de cochecitos!; a una de las grandes tiendas... ¡nada! Ya comenzábamos a preocuparnos y también a sentir el calor cada vez más intenso, pero seguimos avanzando hacia el sur. Por fin en una pequeña tienda de barrio encontramos los ansiados juguetes. Primera parte de la tarea: cumplida.
Ahora debíamos encontrar el domicilio de las niñitas, en la comuna de San Ramón. Previamente, Natalia se había ocupado de buscar la ubicación en el plano de Stgo., de modo que teníamos más o menos claro hacia dónde dirigirnos: sector Américo Vespucio Sur con Santa Rosa. No tuvimos dificultades para encontrar la calle, Santa Rita de Asís. Comenzamos a buscar el número... avanzábamos lentamente en el vehículo. Era una estrecha calle de un pasaje, muy limpio, con casas pareadas, pequeñas y multicolores. Al llegar a la primera esquina encontramos el número que necesitábamos. Mientras avanzábamos vimos a un hombre joven, con una pequeña vestida con uniforme escolar, que venía con una muñequita en la mano.
La reja de la casa estaba cerrada con candado, de modo que gritamos nuestro característico ¿¿¿¿¿¿Aló?????? Apareció una mujer joven, a quien preguntamos si era la mamá de Gisel... nos miró desconfiada y seria. - No- respondió, soy la tía- Comenzamos a explicar el motivo de nuestra visita, cuando llegó el hombre joven con la niñita que habíamos adelantado metros antes. La mujer nos indicó: él es el padre de Gisel.
Entonces, mirando a la pequeña le dijimos ¿tú eres Paz, verdad? La niña asintió mirándonos muy extrañada. Dirigiéndonos a ambos- nos presentamos como ayudantes del Viejito Pascuero. Él - agregamos- recibió una carta que escribió Gisel y nos encomendó traerles algunos regalos.
-¿Podemos saludar a las otras dos niñitas?- preguntamos.
Ahí supimos que la familia habita como allegados en la parte de atrás de la pequeña casa de la tía. Ella gentilmente, ofreció que nos recibieran adelante para no entrar al lugar donde vive la familia, por ser demasiado pequeño.
En ese momento llegaron Gisel y Mariana. previa consulta al padre, las saludamos y les entregamos sus regalos, diciéndoles que debían dejarlos hasta mañana por la noche para abrirlos en familia.
De verdad, las niñitas estaban felices, la más pequeña nos miraba con sus ojos muy grandes, muy sorprendida... ¡encantada!, parecía que no podía creer lo que estaba pasando.
En tanto el padre, muy emocionado, prácticamente no podía hablar. Nos miraba sonriendo y sólo decía gracias, gracias...
Las niñas tampoco hablaban sólo nos miraban sonrientes y escuchaban atentamente el mensaje del que éramos portadoras: les deseamos feliz navidad, les dijimos que el Viejito Pascuero estaba muy ocupado con las miles de cartas recibidas y que por eso trabajaba con ayudantes, como nosotras.
También les explicamos claramente que estas ayudantes del Viejito Pascuero, veníamos del Ministerio de Educación y que les deseábamos una feliz navidad, en representación de nuestros compañeros de trabajo. Segunda parte de la tarea: cumplida.
Nos retiramos emocionadas, con alegría y con la satisfacción de haber cumplido una tarea que nos auto impusimos, la que significó llevar una sorpresa, alegría, amor y hacer realidad los sueños y esperanzas de tres niñitas: Paz, Macarena y Gisel.
¡Felices fiestas para todos!
Adjunto el testimonio gráfico de este relato, con las diculpas del caso. Nuestra fotógrafa estaba demasiado emocionada... de ahí la falta de nitidez en las imágenes.
Qué buena, Rosita!!!! Por el relato que haces, parece una actividad que va mucho más allá de lo que podría ser el lugar común del "verdadero sentido navideño"... Es como resignificar el sentido de la frase. Como empender una aventura cariñosa, muy cariñosa, y que como toda aventura tiene sus riesgos... buscando llevar alegría y sorpresa a niños y familia que lo necesitan, terminaron por encontrar y llevarse de vuelta esa alegría y sorpresa que ustedes (todos nosotros) también necesitaban. Gracias por contar los detalles más sabrosos de la aventura... A las finales, más que la versión moderna de ayudantes del viejo pasucero, ustedes tres son las verdaderas ángeles de charlie, ¡felicitaciónes!
ResponderBorrarGracias Elvira por tu comentario.
ResponderBorrarDe verdad interpretaste súper bien nuestra "aventura cariñosa".
Y mi autoestima subió N al compararnos con las verdaderas "Ángeles de Charlie" :)
Un abrazo,
Y tú vendrías siendo la Farrah Fawcet!!!! PD: Tan lindas las fotos!
ResponderBorrarRosita: Una vez más tengo que felicitarte por dar tu tiempo para entregar alegría a los niños ahí sale el amor que tienes por ellos . Estoy segura que es el estos sentimientos y entrega es parte de tus raíces y tu formación en base a principios y valores que resibistes de tus padres y tu propia formación . El amor por la humanidad se llama filantropía Con mucho cariño Maggie
ResponderBorrarGracias amiga, siempre estimulándome.
ResponderBorrarFue una experiencia muy hermosa y de la cual, en realidad, recibimos mucho más de lo que dimos.
¡Hay que hacerlo! Te invito a que lo hagas el próximo año, es de verdad enriquecedor y nutre el espíritu.
Un abrazo,