ZAFAR, EL PAQUISTANÍ
Zafar es un pakistaní de aproximadamente 45 años, tal vez menos, que vive en Madrid. Emigró hace unos 3 años desde Pakistán - como todos, o casi todos, los inmigrantes- en busca de mejor calidad de vida, más libertad, posibilidades de construir y hacer realidad sus sueños y el de sus familias. Alto, delgado, su piel color morena aceitunada; sonrisa amistosa, cabellos oscuros y ojos profundamente negros.
Zafar se gana la vida en su Ciber Center, donde tiene unos 15, tal vez 20 computadores con conexión a Internet y 3 ó 4 cabinas telefónicas. Trabaja más que de sol a sol... mucho más, todos los días, incluyendo festivos.
El lugar carece de adornos y está mal presentado: le haría falta una buena pintura y un buen aseo de vez en cuando... en una de las paredes desnudas y sucias hay un diario mural para dejar mensajes y avisos. Una vez los leí: ofrecen arriendos de piezas, jóvenes (todos inmigrantes) que buscan trabajo; clases de inglés y español; clases de algunos instrumentos musicales- parece que siempre hay profesores disponibles para distintos cursos, en todas partes-. Estos llamados, avisos dejados-aparentemente- por los interesados, manuscritos sin mayor pulcritud... algunos impresos. Dispuestos en desorden en este diario o panel mural; bajo de este avisador, algunas publicaciones pequeñas, generalmente folletos gastados, con informaciones de diversos países Latinoamericanos y del norte de África, probablemente traídas por los inmigrantes que quieren compartir sus intereses en este lugar.
Es curioso pero este Ciber es un sitio de encuentros tal vez reencuentros, donde también concurríamos los 4 chilenos. Pero, los encuentros son virtuales: por Internet- msn y correos electrónicos se multiplicaban en cada computador- o vía telefónica, la mayoría de las personas hacía llamadas de larga distancia internacional.
Pero volvamos a Zafar. Aunque ya lleva tiempo en Madrid, aún no habla bien el español y tiene ciertas dificultades comunicacionales con sus clientes, que- por lo demás- varios son inmigrantes o turistas que hablan una lengua distinta al español; otros tantos son pakistaníes que se comunican perfectamente con él. Y se nota que eso hace feliz a Zafar, conversa animadamente con los clientes que hablan su lengua materna, urdu, me dijo que se llama.
Su Ciber está ubicado en una estrecha calle, de angostas veredas, como muchas en Madrid tradicional, por las que apenas cabe un vehículo en una sola dirección. Esta calle tiene un hermoso y acogedor nombre: Costanilla de Los Ángeles, costanilla es una calle corta de mayor declive que las cercanas; cumple perfectamente con la definición... pero ¿de los ángeles? Me habría gustado saber el origen de ese nombre...
Desde el Hostal donde me hospedé, el Ciber estaba distante aproximadamente unas 2 cuadras subiendo por la Costanilla. En ese camino había varias tiendas y algunos edificios habitacionales. Las tiendas eran muy diversas: ropas, pequeños almacenes con comida y frutas, una tienda de sex shop, ropas, y un par de restaurantes pequeños de poca importancia. Casi siempre recorrí esa calle cuando ya estaba oscuro, generalmente me parecía demasiado oscuro y con pocas personas circulando.
Precisamente por estar cerca de mi Hostal, todos los días después de mis actividades laborales, me dirigí al Ciber de Zafar, para revisar mi correo, comunicarme con los míos, avanzar en mis estudios. Por lo que luego de la segunda o tercera visita, Zafar y yo comenzamos a conversar un poco más.
- Es usted mexicana? Preguntó- porque su acento es extranjero.
- Soy chilena, respondí. Y Ud. de dónde es?
- ¡Chilena!... Chili?
- No... Chile- Ahhhhh... Chili, Sudamérica...
De esa forma iniciamos la primera conversación. Luego, cuando fui con mis colegas, le dije: Zafar, ahora vine con 3 amigos, todos chilenos. Seremos sus clientes.
Más adelante cuando llegaba al Ciber, Zafar ya saludaba con mucha alegría, dándome la mano. Al llegar, me decía buenas noches profesora, ¿cómo está hoy?Cada día preguntaba algo más acerca de las razones de mi viaje y la de mis compañeros. Al cabo de dos semanas, ya todos éramos prácticamente amigos de Zafar.
En las esperas, las conversaciones continuaban ; él quería aprender todo, los lugares, las palabras, los modismos chilenos. Pero yo no supe nada de él; sólo identifiqué a un joven que podría ser su hermano menor; se parecían mucho físicamente. Un día, mientras estaba navegando por Internet, Zafar y el joven comenzaron a discutir, supongo que en urdu. Me daba cuenta que peleaban porque el tono de voz fue siendo cada vez más hasta que se gritaban; la expresión en sus rostros era hostil, rabia, ira... se pusieron de pie... más gritos, más insultos y amenazas... se infería por sus gestos y actitud corporal.
Los clientes, entre ellos yo, mirábamos atónitos la escena... me dio un poco de miedo... ¿debería irme? ¿hasta que punto avanzaría esa violencia entre ambos? ¿corríamos peligro? De pronto el joven agarró un palo y golpeó a Zafar en el hombro, con tal fuerza que el palo se quebró... Luego, el joven salió del local... ¿habrá sido una pelea entre hermanos?
Al día siguiente cuando llegué, como siempre a realizar mis Ciber actividades, vi al mismo joven que agredió a Zafar, navegando por Internet en uno de los computadores, sin ningún problema, como si nunca se hubiesen tratado con la violencia del día anterior.
Entonces me puse a pensar, cuáles serían los motivos de haber llegado a ese estado.... imaginé que Zafar emigró con su familia: padres, hermanos; que Zafar era el sustento familiar y que este joven en edad más que suficiente como para aportar a la familia, no deseaba trabajar y sólo quería vivir a costa del esfuerzo de su hermano mayor. Porque el chico no se veía como activo en algo o que fuese un estudiante... En todo caso, sólo suposiciones mías, nunca conocí la historia de Zafar más que las breves conversaciones que tuvimos; de su familia, nada. Sólo mencionó una vez que en su país estaba muy difícil vivir y que no había trabajo suficiente... además comentó algunas de sus costumbres, como que los matrimonios eran acordados por los padres de los novios... - ¿En esta época?. .. ¿todavía se usa esta antigua e injusta costumbre?- pensé. Seguramente él adivinó mis pensamientos porque agregó:
-No está bien que una chica y un chico decidan por sí solos qué les conviene y qué no- afirmó.
El último día antes de regresar a Santiago, nos despedimos.
- Zafar, mañana regreso a mi país, ¡Estoy muy contenta por eso!
- Eso es muy malo para YO... dijo tratando de sonreír. Entonces, mi amiga Jeannette tomó fotos.
- Te las enviaré Zafar- le dijo- para que nos recuerdes.
Estar lejos de la tierra natal y trabajar tan duro, ¿es mejor que permanecer en ella? Parece que no. Cuando los conflictos son insufribles, esclavizantes y atemorizantes... es mejor marcharse. Aparentemente es mejor ser inmigrante, porque a pesar de todo, Zafar y su familia, respiran la libertad y la seguridad que se ve en la ciudad de Madrid, a pesar de los problemas que de vez en cuando surgen, es un estado que vive en paz.
Zafar, desde este otro lado del mundo- cruzando el charco- como dicen en Madrid- mis mejores deseos para ti y familia, has realidad tus sueños, amigo pakistaní.
Zafar se gana la vida en su Ciber Center, donde tiene unos 15, tal vez 20 computadores con conexión a Internet y 3 ó 4 cabinas telefónicas. Trabaja más que de sol a sol... mucho más, todos los días, incluyendo festivos.
El lugar carece de adornos y está mal presentado: le haría falta una buena pintura y un buen aseo de vez en cuando... en una de las paredes desnudas y sucias hay un diario mural para dejar mensajes y avisos. Una vez los leí: ofrecen arriendos de piezas, jóvenes (todos inmigrantes) que buscan trabajo; clases de inglés y español; clases de algunos instrumentos musicales- parece que siempre hay profesores disponibles para distintos cursos, en todas partes-. Estos llamados, avisos dejados-aparentemente- por los interesados, manuscritos sin mayor pulcritud... algunos impresos. Dispuestos en desorden en este diario o panel mural; bajo de este avisador, algunas publicaciones pequeñas, generalmente folletos gastados, con informaciones de diversos países Latinoamericanos y del norte de África, probablemente traídas por los inmigrantes que quieren compartir sus intereses en este lugar.
Es curioso pero este Ciber es un sitio de encuentros tal vez reencuentros, donde también concurríamos los 4 chilenos. Pero, los encuentros son virtuales: por Internet- msn y correos electrónicos se multiplicaban en cada computador- o vía telefónica, la mayoría de las personas hacía llamadas de larga distancia internacional.
Pero volvamos a Zafar. Aunque ya lleva tiempo en Madrid, aún no habla bien el español y tiene ciertas dificultades comunicacionales con sus clientes, que- por lo demás- varios son inmigrantes o turistas que hablan una lengua distinta al español; otros tantos son pakistaníes que se comunican perfectamente con él. Y se nota que eso hace feliz a Zafar, conversa animadamente con los clientes que hablan su lengua materna, urdu, me dijo que se llama.
Su Ciber está ubicado en una estrecha calle, de angostas veredas, como muchas en Madrid tradicional, por las que apenas cabe un vehículo en una sola dirección. Esta calle tiene un hermoso y acogedor nombre: Costanilla de Los Ángeles, costanilla es una calle corta de mayor declive que las cercanas; cumple perfectamente con la definición... pero ¿de los ángeles? Me habría gustado saber el origen de ese nombre...
Desde el Hostal donde me hospedé, el Ciber estaba distante aproximadamente unas 2 cuadras subiendo por la Costanilla. En ese camino había varias tiendas y algunos edificios habitacionales. Las tiendas eran muy diversas: ropas, pequeños almacenes con comida y frutas, una tienda de sex shop, ropas, y un par de restaurantes pequeños de poca importancia. Casi siempre recorrí esa calle cuando ya estaba oscuro, generalmente me parecía demasiado oscuro y con pocas personas circulando.
Precisamente por estar cerca de mi Hostal, todos los días después de mis actividades laborales, me dirigí al Ciber de Zafar, para revisar mi correo, comunicarme con los míos, avanzar en mis estudios. Por lo que luego de la segunda o tercera visita, Zafar y yo comenzamos a conversar un poco más.
- Es usted mexicana? Preguntó- porque su acento es extranjero.
- Soy chilena, respondí. Y Ud. de dónde es?
- ¡Chilena!... Chili?
- No... Chile- Ahhhhh... Chili, Sudamérica...
De esa forma iniciamos la primera conversación. Luego, cuando fui con mis colegas, le dije: Zafar, ahora vine con 3 amigos, todos chilenos. Seremos sus clientes.
Más adelante cuando llegaba al Ciber, Zafar ya saludaba con mucha alegría, dándome la mano. Al llegar, me decía buenas noches profesora, ¿cómo está hoy?Cada día preguntaba algo más acerca de las razones de mi viaje y la de mis compañeros. Al cabo de dos semanas, ya todos éramos prácticamente amigos de Zafar.
En las esperas, las conversaciones continuaban ; él quería aprender todo, los lugares, las palabras, los modismos chilenos. Pero yo no supe nada de él; sólo identifiqué a un joven que podría ser su hermano menor; se parecían mucho físicamente. Un día, mientras estaba navegando por Internet, Zafar y el joven comenzaron a discutir, supongo que en urdu. Me daba cuenta que peleaban porque el tono de voz fue siendo cada vez más hasta que se gritaban; la expresión en sus rostros era hostil, rabia, ira... se pusieron de pie... más gritos, más insultos y amenazas... se infería por sus gestos y actitud corporal.
Los clientes, entre ellos yo, mirábamos atónitos la escena... me dio un poco de miedo... ¿debería irme? ¿hasta que punto avanzaría esa violencia entre ambos? ¿corríamos peligro? De pronto el joven agarró un palo y golpeó a Zafar en el hombro, con tal fuerza que el palo se quebró... Luego, el joven salió del local... ¿habrá sido una pelea entre hermanos?
Al día siguiente cuando llegué, como siempre a realizar mis Ciber actividades, vi al mismo joven que agredió a Zafar, navegando por Internet en uno de los computadores, sin ningún problema, como si nunca se hubiesen tratado con la violencia del día anterior.
Entonces me puse a pensar, cuáles serían los motivos de haber llegado a ese estado.... imaginé que Zafar emigró con su familia: padres, hermanos; que Zafar era el sustento familiar y que este joven en edad más que suficiente como para aportar a la familia, no deseaba trabajar y sólo quería vivir a costa del esfuerzo de su hermano mayor. Porque el chico no se veía como activo en algo o que fuese un estudiante... En todo caso, sólo suposiciones mías, nunca conocí la historia de Zafar más que las breves conversaciones que tuvimos; de su familia, nada. Sólo mencionó una vez que en su país estaba muy difícil vivir y que no había trabajo suficiente... además comentó algunas de sus costumbres, como que los matrimonios eran acordados por los padres de los novios... - ¿En esta época?. .. ¿todavía se usa esta antigua e injusta costumbre?- pensé. Seguramente él adivinó mis pensamientos porque agregó:
-No está bien que una chica y un chico decidan por sí solos qué les conviene y qué no- afirmó.
El último día antes de regresar a Santiago, nos despedimos.
- Zafar, mañana regreso a mi país, ¡Estoy muy contenta por eso!
- Eso es muy malo para YO... dijo tratando de sonreír. Entonces, mi amiga Jeannette tomó fotos.
- Te las enviaré Zafar- le dijo- para que nos recuerdes.
Estar lejos de la tierra natal y trabajar tan duro, ¿es mejor que permanecer en ella? Parece que no. Cuando los conflictos son insufribles, esclavizantes y atemorizantes... es mejor marcharse. Aparentemente es mejor ser inmigrante, porque a pesar de todo, Zafar y su familia, respiran la libertad y la seguridad que se ve en la ciudad de Madrid, a pesar de los problemas que de vez en cuando surgen, es un estado que vive en paz.
Zafar, desde este otro lado del mundo- cruzando el charco- como dicen en Madrid- mis mejores deseos para ti y familia, has realidad tus sueños, amigo pakistaní.
Es undudable que el motivo de mi comentario no es precisamente para analizar la prosa ni menos aùn tu estilo literario, sino mas bien para señalar la inmensa alegrìa de saber que hoy haces lo que siempre soñaste.
ResponderBorrarCongratulaions,.... hope you to go on typing, milady.
¡Hola, mi querido "anónimo" ¡Tardé más de una década en responder tu comentario! Pero dicen que... más vale tarde que nunca. Supe que eras tú, cuando leí tu frase en inglés. Espero que estás bien y que seas feliz ¡Un abrazo!
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