AYUDA EN LAS ALTURAS

AYUDA EN LAS ALTURAS

El aeropuerto estaba repleto de pasajeros que esperaban resignados, abordar sus distintos vuelos; algunos estábamos en tránsito por más de 2 horas; de modo que cuando por fin el empleado de la aerolínea, a viva voz hace el anuncio de embarcar, respiramos más tranquilos y comenzamos a desplazarnos para abordar ese vuelo que nos llevaría desde Panamá hasta Santo Domingo.

Nos instalamos en nuestros respectivos asientos; mi ubicación fue al centro de los tres de esa fila. A mi lado izquierdo Arturo y al lado derecho justo en la ventana, un pasajero desconocido, quien sería nuestro compañero de ruta por poco más de dos horas.

Me llamó la atención desde que nos instalamos. Sólo traía equipaje de mano: un bolso deportivo de tamaño mediano, azul oscuro que, por la consistencia, se observaba que el contenido que portaba era mínimo. Este hombre de contextura gruesa, representaba unos 50 años aproximadamente: moreno de aspecto caribeño, pelo crespo y ojos muy negros. Vestía jeans- el pantalón preferido de jóvenes y adultos desde hace años, que no distingue nivel económico-cultural ni clases sociales- una camisa amarilla con algunos diseños de color crema que no alcancé a distinguir exactamente. Traía en su mano el pasaporte y su ticket de viaje, documentos que nunca guardó. Me di cuenta casi de inmediato, que tenía amputados los dedos meñique y anular de su mano izquierda; sus uñas eran más largas de lo normal para un hombre y algo descuidadas.

Hice notar esta situación a Arturo, quien respondió casi susurrando, para que nuestro desconocido compañero de ruta no escuchara:

- Debe ser mecánico, seguramente tuvo un accidente laboral y perdió sus dedos…-
- También podría ser un guerrillero o terrorista- comenté- le podría haber explotado una bomba en las manos… vaya una a saber…

Al cabo de algunos minutos, la azafata indicó que debíamos completar el formulario de inmigración para nuestro ingreso a República Dominicana. Comenzamos a escribir los datos solicitados, rutinarios y comunes en la mayoría de los países; es un formulario básico, escueto y simple. No tiene mayor complicación.

Mientras escribía mis datos: número de mi pasaporte, nombre, fecha de nacimiento, destino, motivo del viaje y otros antecedentes similares, mi compañero del lado derecho- con su propio formulario en la mano- inicia el diálogo:

- Señora, ¿cuál es el número de este vuelo?- mientras me muestra su pasaje.
- Es éste- respondo- indicando en su ticket el lugar donde se consigna esta información.

Mi desconocido compañero de viaje, me miró con una leve sonrisa, pero la expresión de su mirada, me estaba indicando que no comprendía o que mi respuesta no era suficiente para él. Me extrañó… ¿cómo no va a saber el número del vuelo?... Continué completando mi formulario, mientras él, me observaba y seguía con su pasaporte y ticket en la mano, sin hacer el mínimo intento de efectuar el trámite que se nos había solicitado. Una vez que culminé de cumplimentar el mío, mi compañero de la derecha, volvió a entablar conversación:

- Señora, disculpe usted- señaló con su acento centroamericano- ¿me ayuda, por favor, a escribir mi documento?-
- Por su puesto- respondí, imaginando que tendría dificultades por sus dedos apuntados o porque no llevaba lentes ópticos… pasados los 50… todos los necesitamos en mayor o menor medida.

Comencé escribiendo justamente el número de vuelo, que fue la primera pregunta que él me formuló y que obviamente yo conocía. Entonces, cambiamos los roles; ahora era yo la que preguntaba para poder completar la solicitud de inmigración:
- ¿Cuál es su nacionalidad?-
Soy dominicano, Señora, pero tuve que nacionalizarme venezolano, de lo contrario nos ponen muchos inconvenientes. Es una obligación para poder trabajar sin que lo molesten, ya sabe como están las cosas en Venezuela con el gobierno…-
- Ah--- respondí- entonces su nacionalidad ahora es venezolana …-
- No- soy dominicano- insistió
- OK…mire, para completar este prospecto, debo escribir su nacionalidad actual. ¿Qué quiere que escriba… dominicana o venezolana?
- Ponga que soy dominicano, por favor. Eso soy. Sólo debí nacionalizarme venezolano por trabajo. Pero soy un dominicano.

Me sorprendían sus respuestas. Pensé… yo no tengo ninguna duda acerca de cuál es mi nacionalidad. Ahora, si hubiese tenido que nacionalizarme en otro país, entonces diría que tengo ésa y no otra nacionalidad. No entendía bien este juego de palabras y el porqué de su insistencia en señalar ambas nacionalidades.

Decidí, entonces escribir “dominicana”- como era la voluntad de mi compañero de vuelo- y me dispuse a continuar con la escritura con los datos solicitados.
- ¿Cuál es su número de pasaporte?
- Ah… tenga por favor - me dijo- entregándome el documento para que yo misma lo leyera-. Pensé… ¿no ha memorizado su número de pasaporte? Tomé el documento, lo abro para buscar su identificación., aprovechando de leer su nombre Carlos… Inmediatamente noté su firma… ¡Es un analfabeto! ¡Claro! reconozco sin dificultad esta característica: en el espacio para la firma decía “Carlos” y una “S”, ambas palabras parecían dibujadas por un niño que inicia sus primeros pasos en el mundo letrado: una letra muy grande, sin firmeza como si le temblaran las manos al sostener el lápiz… sin seguir una línea recta, en fin… claramente “dibujada”.

Entonces, sentí tristeza por él… ¡con razón no era capaz de completar por sí mismo la solicitud de inmigración! En esto, nada tenía que ver la amputación de sus dedos. Y me enojé conmigo misma… ¡cómo no me di cuenta antes!… él no podía confesar su situación, es vergonzoso reconocerlo. Por eso cuando le mostré dónde estaba el número de vuelo, para él no tenía significado, pues no puede leer ni escribir y eso es muchísimo más invalidante que la ausencia de sus dedos…

-Don Carlos- le dije tratando de ser muy amable y acogedora- necesito me de alguna información para seguir completando este formulario. Ya sabe, nos preguntan muchas cosas para permitir el ingreso al país.-
- Sí, por supuesto- respondió sin dejar de sonreír.
- ¿Motivo del viaje? Acá señala alternativas: turismo, trabajo…- No me dejó concluir la enumeración y respondió rápidamente:
- Viajo para asistir al funeral de mi padre. Falleció ayer…Vengo a acompañar a mi vieja… y a hacer los trámites por los funerales.
- Lo lamento mucho, sentido pésame- dije sintiendo tristeza de verdad-. Sé lo doloroso que es perder al padre…

Hice una pausa en mi “interrogatorio” no buscado… recordé a mi viejo, sus últimos meses de vida, el día de su fallecimiento y funeral… Jamás podré olvidarlo… siempre lo tengo presente. Recordé, que este mes se cumplirá el tercer año de su fallecimiento…

- Don Carlos- sigamos con estas otras preguntas, así terminamos este trámite, ¿le parece? Asintió con un movimiento afirmativo.
- ¿Cuál es su actividad?
- Soy empresario- respondió- reparo y construyo casas; además compro y vendo artículos para reparar viviendas. Tengo una empresa…

Escribí lo que me decía; pero en realidad pensaba que era casi absurdo… ¿empresario? Carlos, intuyendo mi incredulidad, saca una tarjeta de visita y me la entrega.
- Ahí están mis datos, señora; cuando vayan a Venezuela, me gustaría mucho atenderlos en mi casa y que conozcan a mi familia.-

Al llegar al aeropuerto de Santo Domingo, nos despedimos antes de bajar del avión, le deseamos suerte. Desembarcó muy rápidamente y se perdió en la multitud… Lo miré alejarse y sentí tristeza por él. Me pregunté ¿cómo habrá sido su infancia y adolescencia? ¿Cómo llegó a Venezuela a trabajar sin las competencias mínimas para desempeñarse en el mundo letrado? ¿Cuántos inmigrantes legales e ilegales son analfabetos en nuestra América hispana?… Y también ¿cómo era capaz Carlos de salir adelante trabajando en forma independiente ofreciendo sus servicios en el rubro construcción? Imaginé qué habría sido de él si hubiese tenido las oportunidades de aprender… cómo le cambiaría ahora mismo la vida si pudiese alfabetizarse.

El analfabetismo afecta el autoestima, la autonomía y el crecimiento de las personas; pero nada impide que desarrollen su creatividad, ingenio y busquen formas alternativas para poder subsistir en este “mundo civilizado y letrado”. El flagelo del analfabetismo, no sólo se encuentra en los niveles socioeconómicos más desvalidos de la sociedad. El caso de Carlos me parece aún más doloroso, porque ha hecho enormes esfuerzos para llegar a la posición que tiene y… continúa ¡sin poder leer y escribir! ¿Cómo administrará su pequeña empresa?, ¿qué hará para cumplir con sus declaraciones de impuestos, para solicitar créditos o préstamos, o para optar a algún beneficio? ¿Cómo enfrenta las situaciones cotidianas de “complete este formulario”?...

Seguí mirando hacia el lugar donde perdí de vista a Carlos y pensé que de verdad tengo un privilegio como profesora.

Mi reflexión al respecto es que los educadores latinoamericanos de educación de adultos tenemos una gran tarea y responsabilidad, la que debemos enfrentar a través de los organismos gubernamentales pertinentes. En mi caso, a través del Ministerio de Educación de Chile y de la Campaña de Alfabetización “Contigo Aprendo”. Tenemos que hacer todos los esfuerzos para lograr la meta de erradicación del analfabetismo, tal como se consignó en el Informe de Cartagena de Indias, año 2006, organizada por el Ministerio de Educación de España, la OEI y la UNED, en el cual los países signatarios se comprometieron a alcanzar 0% de analfabetismo en nuestros estados americanos, para el año 2010.

Comentarios

  1. PUCHA ROSITA DE NUEVO VOY A INTENTAR, PORQUE NUNCA ME RESULTA MANDAR EL COMENTARIO.
    BUENO, COMO SIEMPRE MUY ENTRETENIDO TU RELATO Y NUEVAMENTE APARECE LA EDUCACION EN TU VIDA, SIEMPRE DONDEQUIERA QUE VAYAS, ALGO SE RELACIONA CON ELLA, ES MÁS CON ALFABETIZACION, EN FIN NACISTE PARA LA EDUCACION.

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