Alumna de un Programa de Alfabetización











Julián- mi instructor de LENSE, yo - orgullosa recibiendo mi Diploma- y Marisol Valenzuela, Subdirectora de Achiels.

Un resumen de esta historia fue publicado en la REVISTA DIÁLOGOS (año 6, Nº 9, dic. 2006) de la Coordinación Nacional de Educación de Adultos, Ministerio de Educación, Chile.


Viví la hermosa experiencia de participar en un programa de alfabetización - en calidad de alumna- y conocer desde este rol, un proceso educativo de personas adultas.


A través de las páginas de Diálogos- revista editada por la Coordinación Nacional de Educación de Adultos, MINEDUC- haciendo honor a su nombre, quiero compartir una experiencia educativa que viví desde el rol de alumna y no el de profesora. Eso podría no ser algo extraordinario, he sido muchas veces alumna, creo en el principio de la educación permanente. Sin embargo, siento que esta experiencia educativa en la que participé por un período aproximado de 7 meses, me permitió vivenciar muchas de las características que tiene la educación de adultos, aquellas que nuestros alumnos y profesores viven a diario en distintos puntos del país, especialmente en la modalidad flexible, con sus particulares características.

Además de constituir una valiosa oportunidad de aprendizaje- que es lo que yo buscaba- significó para mí una maravillosa experiencia de desarrollo y crecimiento personal. Tuve la oportunidad de interactuar con personas diferentes a mí, conocer sus formas de comunicación, sus esperanzas, anhelos y frustraciones. Asimismo aprendí, recibí y compartí mucho más que los contenidos y capacidades que yo deseaba.


ALUMNA DE ACHIELS
La historia es la siguiente. En enero de este año, motivada por circunstancias personales, decidí aprender el lenguaje de señas (LENSE) que es el lenguaje que utilizan las personas sordas. Me matriculé en la Asociación Chilena de Intérpretes de Lenguaje de Señas (ACHIELS) en el curso básico, nivel que corresponde a personas “analfabetas en LENSE”, esto lo afirmo porque este lenguaje utiliza el alfabeto dactilológico, el que era completamente desconocido para mí. Podría decir que estudiar LENSE es similar a aprender una lengua extranjera con un alfabeto distinto al que usamos en nuestro idioma. De ahí que puedo afirmar que me encontraba en condiciones muy similares a las personas adultas que asisten a nuestro programa de alfabetización “Contigo Aprendo” o al nivel 1 de educación básica: Yo no sabía leer ni escribir en LENSE. Además debía desarrollar capacidades distintas a las que habitualmente uso para comunicarme: literalmente debía aprender a “hablar con las manos” y “escuchar con los ojos”… Pero no sólo conseguí eso…. Me di cuenta que el órgano de nuestro cuerpo que mejor habla y escucha, es el del corazón. Y tengo un gran agradecimiento a los instructores, profesores, y directivos de la ACHIELS- todas personas con hipoacusia o sordos profundos, por acogerme y permitirme compartir con ellos y conocer tanto su lenguaje como su cultura.

Con gran motivación inicié mi curso, en calidad de alumna. El primer día fue muy significativo para mí. Las personas que conformábamos el grupo curso, todos oyentes de diferentes edades y niveles socioeconómicos, culturales y educativos, teníamos en común la gran motivación por aprender LENSE porque todos estábamos cerca de alguna persona con hipoacusia o con sordera profunda y deseábamos, necesitábamos… queríamos comunicarnos en mejor forma con ellos. También había una alumna, estudiante de pedagogía en educación diferencial, que buscaba complementar su formación profesional. Pero, en todos los casos, la motivación inicial era- en definitiva- un acto de amor o de vocación.

Comparando con los alumnos de nuestros cursos de alfabetización, pensé que ellos vienen también por un acto de amor: a sus hijos, a sus nietos, a su pareja. Todos quieren aprender para avanzar, ayudar, comprender y mejorar su calidad de vida y el de su entorno familiar. En ambos casos, todos concurrimos voluntariamente; esta característica es verdaderamente importante y los profesores deben aprovecharla al máximo, que no se pierda ese interés y motivación; al contrario, cada vez hacer que las clases sean interesantes y que tengan sentido para sus alumnos adultos. Al igual que nuestros alumnos de EDA, también concurría a clases luego de mi jornada laboral. Muchas veces iba muy cansada, nerviosa, no había comido o tenía frío. Pero, no quería perder mis clases. Obviamente, esos días mi participación era más lenta y en más ocasiones de las que me hubiese gustado, no comprendí los contenidos y aunque preguntaba, mi instructor, Carlos, no podía volver atrás tantas veces como yo necesitaba. Comprendí cuando nuestros alumnos se quejan de sus profesores, quieren alcanzar los aprendizajes, pero en algunas oportunidades el profesor se ve apremiado por “cumplir con el programa” y sigue el ritmo de la mayoría del curso y no dedica tiempo a los que avanzamos en un ritmo más lento.

SEDE DE EJECUCIÓN DEL CURSO
El lugar físico donde vivíamos nuestro proceso educativo, está ubicado en las dependencias de una antigua parroquia de Santiago Centro, probablemente cedida en comodato a esta asociación de personas sordas, para que desarrollen sus actividades educacionales con adultos. La sala de clases propiamente tal…. la describiría en una sola palabra: inhóspita… muy pequeña, mal iluminada, con algunas sillas universitarias y otras- probablemente dadas de baja de algún establecimiento educacional-, con un pizarrón blanco, como material didáctico. Los instructores utilizan para sus clases un modesto papelógrafo, en el que están escritos los contenidos de cada clase. El mobiliario, escaso y antiguo…. Mucha pobreza, en verdad. Ese primer día, me pregunté si podría asistir todos los lunes de 18:30 a 20:00 hrs. Por mis prejuicios, ¡nunca fui al baño!....Pero, con el transcurso de las primeras clases, me di cuenta que el lugar físico era poco relevante, nuestro interés por aprender y lo motivadoras que resultaban las clases eran muy superiores a las deficiencias físicas que tenía el aula. Con esto pude comprender perfectamente que en nuestra modalidad flexible, lo importante es llegar con el servicio educativo a las personas que lo requieren y que el funcionar en una sede vecinal, en una iglesia o en una sala del cuerpo de bomberos, no es un factor que vaya a influir negativamente en los aprendizajes. Sólo se necesita alumnos con ganas de superarse y adquirir las competencias, monitores, instructores y profesores con vocación y dominio de sus áreas de aprendizaje. Y me alegro que así sea, la normativa sobre los espacios educativos está muy bien para la modalidad regular, pero la modalidad flexible debe mantenerse como ha sido concebida: llegar a aquellos lugares donde la educación regular no está o es escasa para los adultos.

Como señalé anteriormente, los alumnos éramos muy diversos. Yo, era la alumna de mayor edad en mi grupo, los demás eran jóvenes de edades similares a las de mis hijos. Algunos estudiantes universitarios, otros empleados o trabajadores pero su promedio de edad no superaba los treinta años, que son más años de los que he trabajado en mi vida. Aunque yo ponía mucha atención, me costaba seguir el ritmo de la clase y el de mis jóvenes compañeros; captar cada seña, encontrarle significado y luego describirla con palabras para poder anotarla en mi cuaderno, era un proceso que me resultaba lento, difícil y complejo. En cambio los jóvenes, rápidamente lo aprendían e internalizaban. Pude entonces, comprobar que efectivamente “las personas adultas aprendemos más lento que los jóvenes”.

También pude vivenciar lo que pasa cuando un profesor no espera a los más lentos- como yo- y continúa con la mayoría del curso que avanza más rápido. Eso me provocaba gran frustración. Estudiaba mucho, pero no tenía con quién practicar, compartir o consultar mis dudas. Sólo cuando volvía a la clase siguiente, pero no podía ocupar demasiado tiempo en preguntas de la clase anterior, retrasaba a los demás. Para qué decir lo grave que resultó para mí, el haber faltado a dos clases por motivos laborales… ¡nunca pude recuperar ese tiempo! Entonces comprendí la frustración y decepción que sienten nuestros alumnos cuando por motivos laborales deben faltar a sus clases y al volver, no se pueden insertar adecuadamente al ritmo del curso… y finalmente optan por abandonar. Así, entendí porqué el porcentaje de deserción en cursos de educación de adultos es alto; no nos sentimos bien al estar en situación de desventaja respecto al avance del curso y no podemos descuidar nuestras responsabilidades laborales cuando coinciden con las actividades educacionales.

EL PROCESO DE EXAMINACIÓN
Al igual que en la modalidad flexible, mis compañeros de curso y yo nos presentamos a examen sin calificaciones previas. El Director de esta Asociación, Andrés Guzmán, nos tomó examen sin temarios previos. Debíamos demostrar que habíamos alcanzado las competencias básicas y que dominábamos todos los contenidos correspondientes al nivel básico de LENSE. El examen fue extenuante… duró aproximadamente 2 horas… No obstante, mi percepción fue que me había ido relativamente bien; cometí errores, olvidé algunas señas, confundí algunas letras… pero estaba confiada en que aprobaría. Sin embargo, una semana después, vino lo peor: me informaron que había reprobado mi examen. Fue muy decepcionante para mí… me dio mucha pena y lloré. Obviamente, pensé en desertar… no podría aprender… me sentía muy mal y mi autoestima estaba demasiado afectada. Comprendí porqué existe tanta deserción en los cursos de educación de adultos después de la primera examinación.

Pero, muy pronto tuve una grata sorpresa. Marisol, Subdirectora de ACHIELS- una mujer extraordinariamente sabia con sordera profunda- se comunicó conmigo vía correo electrónico y me ofreció una nueva oportunidad. Me dijo que podía asistir a un reforzamiento de 4 clases – sin costo alguno para mí- y que luego de eso, podía presentarme nuevamente a examen. ¡Tenía una segunda oportunidad!

EL PLAN DE CONTINGENCIA
Acepté encantada… me estaba brindando la posibilidad de un “plan de contingencia”. Los instructores estaban dispuestos a volver a enseñarme los contenidos que yo no alcancé a aprender y ayudarme para avanzar en mis aprendizajes. Esto, me motivó y me hizo volver a tener esperanzas en alcanzar mi meta.

En estas clases de reforzamiento, avancé rápidamente. Cada sesión revisábamos hasta tres clases, y yo podía corregir los errores y aprender las palabras y expresiones que aún no dominaba. El reforzamiento fue individual y Julián, mi nuevo instructor- un joven de aproximadamente 30 años- , tenía mucha paciencia conmigo y repetía cuántas veces fuese necesario una frase o un diálogo hasta que yo lo dominaba. Y me estimulaba cuando lo hacía bien. Julián mostraba una gran vocación docente y espíritu de servicio, él con alegría y paciencia corregía mis errores y me enseñaba aquellos contenidos que no alcancé a dominar. Me daba esperanzas y reforzaba mis aprendizajes.

Un día, conversamos mucho de aspectos más personales. Me comentó que él estaba estudiando. Grande fue mi sorpresa, cuando indagué qué estudiaba realmente. Imaginé que podría ser pedagogía… por sus conocimientos y vocación. Sin embargo, Julián me comentó que en la comunidad de sordos, estudiaba junto a otras personas para dar exámenes libres correspondientes a octavo año de educación básica. Entonces pude comprobar que todos podemos aprender algo de cada persona… él sin haber terminado su educación básica, producto de su discapacidad auditiva y por falta de oportunidades, me enseñaba a mí que soy profesora con un par de grados académicos. Eso, fue muy emocionante para mí… di gracias a Dios por conocer a esta persona tan maravillosa.

Hoy, 27 de octubre, di mi examen correspondiente a la segunda oportunidad ¡Aprobé! Me siento muy orgullosa de haberlo logrado y especialmente muy agradecida de mi segundo instructor, Julián, gracias a él pude alcanzar mi meta y ahora estoy dispuesta a continuar el próximo año con el nivel 2. Mi anhelo es llegar- aunque me demore más que los otros- al nivel más alto: ser intérprete de LENSE.

No puedo terminar este artículo sin antes señalar que Julián aprobó su octavo básico a través de los exámenes libres, ahora es un entusiasta alumno de primer ciclo de educación media, está nivelando sus estudios a través de la modalidad flexible del Sistema de Formación Permanente, Chilecalifica.














Comentarios

  1. Rosita: Me emocioné leer tu experiencia,como alumna y sobre todo los errores que cometemos como profesores;yo he sido varias veces alumna para perfeccionarme pero,no me puse en el lugar de mis alumnos y eso no fue bueno.Uno nunca termina de aprender .A través de tus escritos he conocido a una persona muy especial

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  2. Gracias Maggie.
    En realidad Julián es un joven muy inteligente, que se caracteriza por sus buenos sentimientos y sus ganas de salir adelante. Espero que avance rápido en sus estudios y llegue a las metas que se ha propuesto.

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  3. Hola Rosita:
    Leyendo a un amigo vi un comentario de usted, así que inmediatamente visite su blog.
    Me parece interesante la narración de vuestra experiencia.
    Estaré visitándola y espero que usted pase por mi blog.
    Ah... espero que le vaya muy bien en el curso de la UNED.
    Bienvenida al mundo del ciberespacio.
    Un abrazo

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  4. Estimada Colega:
    Como ya es parte de la comunidad virtual, el ciberespacio esta ansioso de conocerla más, debo informarle que la he etiquetado.
    Para mayor información visite mi blog.
    Un abrazo

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