El mal de Alzheimer
Estoy viviendo lo que significa esta enfermedad, el mal de Alzheimer, a través de mi madre.
Cuesta mucho aceptar lo que le ocurre y ver cómo lentamente va perdiendo sus capacidades intelectuales.
Ella está diagnosticada hace aproximadamente 2 años, en los cuales ha recibido tratamiento y atención médica, Pero sabemos que este mal es irrecuperable y peor aún, sabemos que avanza sin pausa.
Hoy fuimos juntas a la notaría. Necesitábamos renovar una autorización que ella me otorga para encargarme de sus gastos. Tuvimos algunas dificultades que no había manifestado; ahora ella no se acuerda cómo firmar... otro signo más del avance de la enfermedad.
Es muy triste para mí saber que las cosas se ponen difíciles para ella y para nosotros. Trato que esté bien, que se sienta feliz, que tenga sus medicamentos cuidados y compañía. Pero no puedo darle memoria, no puedo hacer que recuerde.
Sólo me consuela ver que ella se siente bien en el lugar donde vive, que está bien cuidada y que se relaciona con personas de su edad, con las que realiza algunas actividades recreativas que la entretienen y hacen que sus días sean placenteros.
Sin embargo, tengo mucho miedo que un día no me reconozca o que me pregunte: ¿quién soy yo?
Hoy mientras hacíamos la gestión en la notaría, llegó una anciana que apenas caminaba, con su espalda encorbada y su pelo completamente blanco. Estaba sola, pero pudo hacer su trámite perfectamente, sólo más lento que los demás. En cambio, mi madre, que físicamente está muy bien, con sus casi 80 años, ya no es autovalente por esta enfermedad.
Entonces, me pregunto como tantas otras veces, ¿cuál estado es menos doloroso, la enfermedad física o la mental? Y mi respuesta es que sin duda, los trastornos mentales son mucho más dolorosos, crueles e inhumanos.
Pido a Dios que la proteja y que no permita un deterioro profundo en ella.
Cuesta mucho aceptar lo que le ocurre y ver cómo lentamente va perdiendo sus capacidades intelectuales.
Ella está diagnosticada hace aproximadamente 2 años, en los cuales ha recibido tratamiento y atención médica, Pero sabemos que este mal es irrecuperable y peor aún, sabemos que avanza sin pausa.
Hoy fuimos juntas a la notaría. Necesitábamos renovar una autorización que ella me otorga para encargarme de sus gastos. Tuvimos algunas dificultades que no había manifestado; ahora ella no se acuerda cómo firmar... otro signo más del avance de la enfermedad.
Es muy triste para mí saber que las cosas se ponen difíciles para ella y para nosotros. Trato que esté bien, que se sienta feliz, que tenga sus medicamentos cuidados y compañía. Pero no puedo darle memoria, no puedo hacer que recuerde.
Sólo me consuela ver que ella se siente bien en el lugar donde vive, que está bien cuidada y que se relaciona con personas de su edad, con las que realiza algunas actividades recreativas que la entretienen y hacen que sus días sean placenteros.
Sin embargo, tengo mucho miedo que un día no me reconozca o que me pregunte: ¿quién soy yo?
Hoy mientras hacíamos la gestión en la notaría, llegó una anciana que apenas caminaba, con su espalda encorbada y su pelo completamente blanco. Estaba sola, pero pudo hacer su trámite perfectamente, sólo más lento que los demás. En cambio, mi madre, que físicamente está muy bien, con sus casi 80 años, ya no es autovalente por esta enfermedad.
Entonces, me pregunto como tantas otras veces, ¿cuál estado es menos doloroso, la enfermedad física o la mental? Y mi respuesta es que sin duda, los trastornos mentales son mucho más dolorosos, crueles e inhumanos.
Pido a Dios que la proteja y que no permita un deterioro profundo en ella.
Ánimo prima tequeda un largo y duro camino que recorrer con el mal que aqueja a tu madre y a la mía,es muy duro y dificil
ResponderBorrarRosita... ojalá que esta vez te llegue el comentario... Te decía que me parecían sorprendentes las diferentes maneras en que uno va conociendo a una persona, y eso me ha ocurrido contigo, te he ido conociendo de diferentes maneras y con diferentes facetas.
ResponderBorrarMucha fuerza y un gran beso,
Bea.
Queridas Ester y Bea:
ResponderBorrarMuchas gracias por sus palabras.
Ester, has vivido más años que yo esta desafortunada experiencia. Támbién te deseo fuerza y mucho amor para que cuides de la tía Marta, tu madre.
Bea, aprecio mucho lo que me dices. A veces, la vida laboral transcurre tan rápido que no alcanzamos a conocer bien a quiénes nos rodean.
Un abrazo a ambas,